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jueves, 3 de marzo de 2016

10 razones por las que amar Star Trek (la serie original)


"El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise en una misión que durará cinco años dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas, de nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar."
Capitán James T. Kirk
 
 


Bueno, y no podíamos inaugurar este blog sin una entrada referente a la serie que ha inspirado su nombre. Sí señores, soy un trekkie, es decir, un fan irredento de Star Trek, la serie original (o lo que los fans suelen llamar Star Trek TOS, siglas de "The Original Series"), ¡qué se le va a hacer! El caso es que, a continuación, voy a detallar los 10 principales motivos por los cuales llegué a convertirme en un trekkie y, acaso, por los que vosotros mismos podríais llegar a serlo. Ahí van:
 
 
1. Porque en ella puede pasar de todo
 
Uno de los principales motivos de satisfacción con el que se puede encontrar el espectador que se acerque ver esta serie por primera vez es el deleite producido por el no saber qué te vas a encontrar cada vez y ser consciente de que todo en ella es posible, hasta lo más loco: desde aterrizar en un planeta y ver que su civilización es idéntica a la de la Alemania nazi, a la del Imperio Romano o a la mafia de los años 20, a encontrarte en otro habitado sólo por unos maquiavélicos niños, o en otro dominado por tres aburridos cerebros sin cuerpo cuya única satisfacción es apostar en sangrientos juegos de azar, que la nave Enterprise quede engullida por una especie de ameba gigante que habite en el espacio o que, de repente, el capitán Kirk quede atrapado en un cuerpo de mujer (con todo lo que ello comporta..) o ver al pobre Spock bailando un zapateado andaluz. De todos ellos, mi favorito es el de los nazis y es que ver a Spock vestido nada menos que de soldado de las SS y tratando de ocultar sus orejas con el casco tiene su guasa...
 

 
 
 
Pero cómo sé que  también os estáis muriendo de ganas de ver al Spock andaluz, ahí va. ¡Ozú mi arma! ¡Eso es arte y lo demás son tonterías!
 
 
 
 

2. Porque es una serie progresista
 
Aunque Gene Roddenberry, creador de la serie, tuvo que venderla a los productores como "una serie de caravanas en el Oeste pero en el espacio" la verdad es que el tipo era todo un progresista (dentro de lo progresista que podía ser un americano de los años 60) y así se las ingenió para trufar la serie con toda una serie de detalles y mensajes que suponían toda una llamada de atención al stablishment de entonces. De ahí el arriesgado salto que suponía crear una tripulación multirracial donde, además de americanos, había en posiciones de mando un europeo (escocés por más señas), un negro africano (¡y mujer!), un oriental ¡y hasta un ruso! que, encima, no paraba de contar historias ensalzadoras de su amada madre Rusia (en plenos tiempos de la Guerra Fría, no olvidemos). Y es que en el futuro de Star Trek ya no existían las guerras ni las disensiones políticas entre los seres humanos.
 
Pero, además de ello, fue en Star Trek, donde tuvo lugar el primer beso interracial, entre un hombre blanco y una mujer negra, en la historia de la TV americana (en el mismo episodio que el del "zapateado") y eso, que hoy en día nos puede parecer una tontería, en la América de los 60 no lo era. Sin olvidar tampoco, las múltiples referencias a la compleja realidad de la época. Así en "La pequeña guerra privada" no dudaron en tratar el espinoso tema de la intervención americana en la guerra de Vietnam: los Klingon han enseñado a parte de la pacífica población del planeta Neural las armas de fuego y Kirk no sabe qué hacer: ¿enseña a los que todavía usan armas y flechas a combatir? ¿No provocará eso una Guerra Civil? ¿Y si no lo hace? Como demuestra el episodio, no hay soluciones buenas y aunque el guión parece decantarse por la opción del "intervencionismo", el buen doctor de la nave no dudará en afearle al capitán su elección.  Y en "Que ese sea su último campo de batalla" Roddenberry no duda en mostrarnos lo ridículo del racismo al contarnos la peripecia de  Lokai, un tipo con la cara como las fichas de dominó, de dos colores, blanca y negra, que pide asilo político por verse perseguido por Bele, otro tipo del mismo planeta y de iguales colores… pero inversamente situados. Sus conversaciones muestran la estupidez de la segregación racial, acabando con la paciencia de la tripulación ...y, de paso, con algo más.

 


3. Porque es una serie de personajes

Por encima de los viajes espaciales, las aventuras y exploraciones, los nuevos planetas y razas, siempre estuvieron los personajes. Star Trek es, ante todo, una serie de personajes, en concreto tres, y sobre la amistad: el (aparentemente) frío, racional y lógico Spock, el temperamental y emotivo (como no puede ser de otro modo debido a su profesión) dr. McCoy y, ejerciendo de contrapunto y equilibro entre ambos, el capitán Kirk. Su relación es la que define realmente la serie y nunca se ve mejor que en este episodio, La telaraña Tholiana, en la que Kirk desaparece debido a un accidente quedando la nave bajo el mando de Spock, cuyo nuevo estilo de capitanear, basado exclusivamente en la lógica, provocará los conflictos con el resto de la tripulación y, en especial, con el doctor. Al final, un mensaje dejado por el previsor Kirk contribuirá a dejar las cosas en su sitio. El final del episodio es memorable.
 
 
 
 
Por supuesto, tampoco faltan los que han querido ver en dichas relaciones de amistad masculina "algo más"... Slash es el termino anglosajón con el que se conocen esas "pajillas mentales" que algunos se hacen especulando acerca de las posibles relaciones homoeróticas entre dos personajes de ficción como Holmes y Watson, Batman y Robin, Epi y Blas, Frodo y Sam... y, por supuesto, tampoco Star Trek pudo escaparse al slash: en La época de Amok, Kirk se ve obligado a llevar con urgencia a su amigo Spock a su planeta de origen, Vulcano, para que reciba un "alivio" pues, si no se aparea cada siete años, muere. Allí resulta que su hembra se ha buscado otro maromo y para desfacer el entuerto no se le ocurre otra cosa mejor que enfrentar a Spock en un duelo a muerte con Kirk, al que aquel cree haber matado. La reacción del normalmente frío y racional Spock cuando se da cuenta de que su querido amigo sigue vivo hizo el resto. Observad el cruce de miraditas y ya tenemos el slash.
 
 
 


4. Por los viajes en el tiempo

Reconozcámoslo, como ha demostrado recientemente la española El Ministerio del Tiempo, los viajes en el tiempo han sido, ya desde los tiempos de H. G. Wells, uno de los recursos más entretenidos y divertidos de la ciencia ficción, además de provocar no pocas reflexiones. Como no podía ser de otro modo, Star Trek también se asomó al tema de los viajes en el tiempo en episodios como Horas desesperadas, El mañana es ayer, Misión: la Tierra o Todos nuestros ayeres pero es, sin duda, La ciudad al borde de la eternidad el episodio donde se le sacó más partido al tema, ofreciéndonos, de paso, una de las más emotivas historias de amor de la TV de la época. Con una Joan Collins encantadora y en la plenitud de su belleza (y de la que es difícil no enamorarse como el propio capitán Kirk), el episodio obtuvo el Premio Hugo (los Oscars de la ciencia ficción como si dijéramos) y su guión, obra del reconocido escritor de ciencia ficción Harlan Ellison, ganó el Premio de la sociedad de Escritores de América de ese año por el mejor guion dramático de una hora de duración, además de ser considerado por la mayoría de los fans como el mejor episodio de la serie (no en vano es el que ha dado nombre a este blog).
 
 



5. Por su optimismo antropológico

Sí señores, mucho antes de que nuestro expresidente ZP hiciera popular la expresión, Star Trek ya hizo del "optimismo antropológico" y su fe en el futuro de la humanidad su bandera. Tal vez sea ese uno de los motivos por los que me gusta tanto. Frente a los futuros distópicos que proponían obras como 1984 y Un mundo feliz, Star Trek se atrevía a contarnos un futuro en el que la especie humana había dejado atrás las guerras, y convivía en paz consigo misma y con las demás especies del universo. Y nada plasmaba mejor esa ideología que la famosa Primera Directriz, uno de los inventos más afortunados de la serie: una norma de obligado cumplimiento según la cual los humanos debían respetar todas las culturas con las que se encontraran y evitar entrometerse o interferir con su natural desarrollo y evolución. Claro que eso no siempre era fácil y, a veces, Kirk no dudase en saltarse dicha norma a la torera y más si hay una máquina implicada. En El apocalipsis vemos como dos planetas que han estado en guerra permanente durante siglos han encontrado la solución perfecta para preservar el status quo y eliminar los daños colaterales: dejar que un ordenador simule la guerra y decida al azar los que han de morir voluntariamente sin que por ello nada más quede destruido. Sin embargo, todo se trastoca cuando el ordenador decide que el Enterprise, que andaba por allí, ha sido destruido en un acto de guerra y que, por tanto, también ellos deben someterse voluntariamente a la muerte. No obstante, como señala Kirk, ¿cómo ver la guerra como algo indeseable si ésta ha acabado por convertirse en algo limpio, estéril e indoloro?

El episodio es destacable, además, por prever los juegos de guerra virtuales entre dos jugadores a vastas distancias, generaciones antes de la invención de Internet y de los juegos de estrategia on-line.
 


 

6. Por ser original y arriesgada

En los guiones de Star Trek participaron algunos de los más afamados escritores de ciencia ficción de la época. Ya hemos mencionado anteriormente a Harlan Ellison pero otros de los que colaboraron fueron Robert Bloch, Norman Spinrad o Theodore Sturgeon y se llegaron a adaptar relatos de otros como Fredric Brown. Ello hizo que en la serie se trataran temas propios de la ciencia ficción más sesuda con una mayor complejidad de lo que era habitual (hasta entonces el principal paradigma de la space opera, o ciencia ficción de aventuras, televisiva era la cuasi-infantil Perdidos en el espacio): el primer contacto, los problemas de comunicación y entendimiento con especies radicalmente diferentes o los universos alternativos, también llamados universos paralelos. Éste último tema hoy en día no resulta tan original pero, en aquel tiempo, suponía toda una novedad en la ficción televisiva y dio lugar a episodios tan memorables como este Espejo, espejito en el que, por un error del transportador, Kirk se ve trasladado a una realidad similar a la nuestra (a la de la serie) pero peligrosamente diferente...
 



7.  Por ser tan kitsch

Kitsch: estética pretenciosa, pasada de moda y considerada de mal gusto (diccionario de la Real Academia de la Lengua Española). Pues sí, Star Trek es kitsch, tremendamente kitsch: los uniformes, las minifaldas, los colorines, las extravagantes vestimentas alienígenas... pero reconozcámoslo, esa estética a veces tan hortera y demodé es parte innegable de su encanto porque, vamos a ver... ¿a quién se le ocurriría hoy en día utilizar las alfombras de tu abuela para vestir a una raza extraterrestre?
 
 
 
 
Bromas aparte, Star Trek supo hacer de la necesidad virtud y muchas veces suplir la carencia de medios a base de ingenio y crear alienígenas tan sencillos como efectivos como los que aparecen en El diablo en la oscuridad (una masa de caucho con bultos), El día de la paloma (sólo un conjunto de luces), Los tribbles y sus tribulaciones (una bola de peluche, sin más) y ¿Acaso no hay belleza? (¡tan sólo una caja de la que salen reflejos!). Sin embargo a veces había que mostrar bien a la criatura y no pudo evitar recurrir al consabido monstruo de goma como en Arena, basado en un relato del popular escritor Fredrick Brown, y en el que el capitán Kirk tuvo que enfrentarse a un peligroso saurio bípedo e inteligente. Aunque hoy nos pueda dar un poco de risa lo cierto es que el diseño del mismo a cargo de Wang Chah se ha convertido por derecho propio en todo un icono de la ciencia ficción (y además es que el episodio está muy bien ¡qué caray!).
 
 
 

 

8. Por sus referencias culturetas y cinéfilas

Como hemos dicho, en los guiones de Star Trek participaron algunos grandes escritores de la ciencia ficción anglosajona pero también los guionistas que no procedían del mundo de la literatura, como la gran D. C. Fontana, se encargaron de pergeñar estupendas historias como base para los episodios. Si hay algo que se nota en toda la serie es que los guionistas de Star Trek eran gente culta, con una gran cultura no sólo televisiva sino también literaria y cinematográfica. Por ello no es extraño que muchos episodios se encuentren trufados de citas de grandes obras y autores de la literatura. Así son numerosísimas, por ejemplo, las referencias a Shakespeare y, hasta se permiten el lujo de parafrasearlo en episodios como La daga de la mente.
 
Y no solamente en la literatura sino que también en el cine se fijó Star Trek a la hora de adaptar algunos géneros cinematográficos a su particular universo y así, si en El incidente del Enterprise fue capaz de ofrecernos un relato de espías y agentes doble al más puro estilo John LeCarré, en El equilibrio del terror, también con los intrigantes romulanos como telón de fondo, nos ofreció un excelente ejemplo de thriller bélico en su variante de "películas de submarinos", sólo que con naves espaciales. Tensión propia de la Guerra Fría a la máxima potencia.

 
 
 

9. Por su sentido del humor

A pesar de todo lo que llevamos dicho hasta ahora, de las referencias culturetas, de la colaboración de grandes autores del género, del tratamiento maduro de los grandes temas de la ciencia ficción... Star Trek fue y es, ante todo, una serie divertida, una serie que también supo no tomarse demasiado en serio a sí misma cuando era necesario y con un gran sentido del humor, no dudando, en ocasiones, incluso en meterse de lleno en la comedia pura y dura (algo favorecido por la vis cómica de sus intérpretes, como William Shatner, que no tienen ningún reparo en autoparodiarse a sí mismos como en la ceremonia de los Oscars de hace tres años o en Aterriza como puedas 2. Sólo así pueden entenderse episodios tan hilarantes y desprejuiciados como El cerebro de Spock en el que a nuestro querido Vulcano le roban nada menos que el cerebro y sus compañeros tienen que encontrárselo y reimplantárselo a tiempo mediante una operación ¡en vivo! en la que, encima, es el propio Spock el que le va dando las instrucciones de viva voz al doctor sobre cómo hacerlo (¡Toma ya!). Pero, sin duda, la joya de la corona es éste Los tribbles y sus tribulaciones (acertadísima traducción del título original, "Trouble with the tribbles", que logra conservar el juego de palabras), que es uno de los episodios favoritos de los fans. Y es que a veces la peor invasión no tiene por qué ser "agresiva"...
 
 
 

10. Por Spock

Aunque el protagonista de la serie fuera el capitán Kirk, no cabe duda de que el personaje que acabó haciéndose con la serie y con los aficionados fue el del lógico vulcano sr. Spock. Tanto es así que el propio Spock y su famoso saludo ha terminado por convertirse en uno de los iconos culturales más populares, no sólo de la ciencia ficción sino del todo el siglo XX.

¿Y ello por qué es así? ¿Por qué llegó a calar tan hondo el personaje en la cultura popular? no deja de ser curioso, sobre todo teniendo en cuenta que, tras el primer episodio piloto (que no se llegó a emitir nunca) los productores estuvieron a punto de exigir su eliminación debido a su "aspecto satánico". Tal vez la clave la tenga el escritor de ciencia ficción César Mallorquí cuando, el año pasado, con ocasión de la muerte del actor que lo interpretaba, Leonard Nimoy, escribió en su blog La Fraternidad de Babel lo siguiente:
 
"¿Qué tenía el vulcaniano de especial? Pues algo que por entonces era nuevo e incluso revolucionario (a pequeña escala, claro). Hasta ese momento, la fría racionalidad sin emociones solía presentarse como una actitud negativa, inhumana y, en última instancia, peligrosa. Sin embargo, Spock demostraba que la fría racionalidad conducía a la ética, y que eran las emociones lo que con frecuencia llevaban al desastre. Según la lógica de la serie, Spock era bueno, porque ser bueno es lo racional. Eso no lo había dicho nadie, al menos en TV. Si a esta peculiaridad le añadimos un aspecto físico muy reconocible –ese peinado raro, esas orejas puntiagudas y esas cejas perpetuamente alzadas-, pues ya tenemos un bonito arquetipo."

 Claro que nada de eso hubiera sido posible sin el carisma y la habilidad interpretativa, llena de sutiles matices, como no podía ser de otra forma en un personaje que se supone no puede mostrar emociones pero las tiene, de Leonard Nimoy. Y como muestra nada mejor que ese episodio, Viaje a Babel, en el que averiguamos que, pese a su aparente frialdad, nuestro querido vulcano tiene sus problemas familiares como todo hijo de vecino y que (como descubre alborozado nuestro querido dr. McCoy) hasta tuvo su "osito mascota" de pequeño... Como diría el propio Spock: "Fascinante...".


 
 
 
Bueno, eso es todo de momento, amigos. Espero haber contribuido un poco, si no a haber creado nuevos  trekkies por ahí, al menos a haberos acercado un poco más a este fascinante universo a los que no los conocierais. Hacedme caso y asomaros aunque sea sólo un poco. No os arrepentiréis.

5 comentarios:

  1. Magnífica entrada, curiosamente ahora estoy viendo por primera vez la serie y me está surgiendo una duda... Será mejor verla por orden de emisión o cronológicamente como marca en la wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Episodios_de_Star_Trek:_La_serie_original

    Enhorabuena por esta aventura bloguera ;)

    Saludos!!!

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    1. Hola, Sawayn. Gracias por tu comentario. Espero que te pases con frecuencia por aquí.

      Respecto a lo que preguntas, yo creo que es preferible ver los capítulos en el orden en que fueron rodados antes que en el que fueron emitidos pues de la primera manera se mantiene una cierta continuidad mientras que, de la segunda, a veces se detectan ciertas incongruencias. Me explico: en los primeros capítulos los uniformes eran un poco diferentes, el maquillaje de Spock un poco más tosco... cosas que se fueron corrigiendo pero que chocan si los ves en el orden de emisión. Así por ejemplo, el dr. McCoy no se incorporó definitivamente como personaje regular hasta pasados unos pocos capítulos pero, en el orden de emisión, no sólo sale desde el primero sino que incluso es protagonista así que choca un poco cuando luego desaparece de algunos episodios. Además si se ven en el orden de producción se aprecia mucho mejor como se fueron desarrollando las relaciones entre los personajes.

      El orden de emisión se decidía frecuentemente teniendo en cuenta las audiencias y por eso se decidió empezar la serie por "La trampa humana", que era el quinto en realidad, en el cual sale un monstruo bastante llamativo, en lugar de empezar por el primero original (el segundo piloto que se rodó) "Un lugar jamás visitado por el hombre", que se emitió en tercer lugar (y en el que, por cierto, sale Sulu como oficial científico, una función muy diferente a la que luego tendría).

      Así que, definitivamente, mejor verlos en el orden en que fueron rodados.

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  2. Seguro que me pasaré mas veces, siempre es un placer leer tus opiniones.
    Seguiré el consejo... Gracias!!!

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  3. Güenas, Rickard.
    Me ha gustado la entrada. De hecho, me he animado a revisar algún episodio, saltando sin mucho orden ni concierto, y los estoy disfrutando mucho. Excelente el de la Ciudad del confín del tiempo.

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    1. Me alegro de haberte animado a revisar algunos episodios. Merecen mucho la pena y el de "La ciudad al borde de la eternidad", en concreto, coincido en que es de los mejores. Un guion redondo.
      Un placer verte por aquí.

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