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martes, 14 de junio de 2016

Tópicos



¿Alguna vez os habéis preguntado por qué en el cine de terror a veces los personajes se comportan como auténticos estúpidos? ¿Por qué, de repente, ante una amenaza externa, (como un demonio furioso o un asesino con una sierra mecánica, por poner un ejemplo de andar por casa) deciden que lo mejor es separarse cada uno por su lado para explorar (y así, de paso, dar facilidades al asesino para que los vaya matando poco a poco)? ¿Por qué en casi todas las películas de terror protagonizadas por adolescentes hay una rubia tonta y libidinosa, un tipo cachas pero con poco cerebro, el empollón de turno, la niña modosita y un friki normalmente un poco "colgao"? ¿Por qué casi siempre hay una escena de sexo en la que una de las protagonistas (normalmente la rubia tonta y libidinosa a la que hacíamos referencia antes) enseña los pechos antes de ser brutalmente asesinada? Y así podríamos seguir.
 
Son los tópicos del cine de terror más palomitero que hemos visto repetidos hasta la saciedad una y mil veces en multitud de películas. Son cómo una especie de código que el fan más adocenado del género reconoce y en el que se ve, a su vez reconocido, como fan, cuando los identifica provocando, dependiendo del nivel de fanatismo, el nivel de alborozo más grande cuando aparecen o la irritación cuando no.
 
Ahora bien, con los tópicos pueden hacerse dos cosas: limitarse a repetirlos sin más, creando un producto plano y sin originalidad ni riesgo alguno (un producto tan de serie como cualquier Big Mac que se precie) esperando que el fan más acrítico (ése del que hablábamos antes) se lo meriende sin contemplaciones y sin ningún tipo de reflexión antes de pasar a otra cosa mariposa o bien cogerlos, usarlos, subvertirlos incluso para, valiéndose de ellos y de lo que el fan sabe de ellos (o cree saber) hacer algo nuevo, completamente diferente, rompiéndole los esquemas a ese fan, y haciéndole plantearse que el género tiene muchas más posibilidades y que tal vez no deba ser tan complaciente. En suma: dotarlos de sentido.
 
Y eso es lo que hace, precisamente la película cuyo cartel he puesto al principio de esta entrada: La cabaña en el bosque (The cabin in the woods), una película del 2011 que, por diversos problemas con la distribuidora, no llegó a estrenarse en cines pasando directamente a DVD y que no hubiera descubierto sino fuera por la recomendación de Javier Sanz, amigo mío y gran aficionado al género.
 
La película está producida por Joss Whedon, responsable de series como Buffy cazavampiros o Serenity y director de taquillazos como Los vengadores 1 y 2 y está dirigida por Drew Goddard, guionista habitual de Whedon en Buffy y también de otras conocidas series de J. J. Abrams como Alias y Perdidos. Ambos se encargan del ingenioso guion de esta película que, aparentemente parte del esquema más clásico del cine de terror ochentero: cinco amigos universitarios, tres chicos y dos chicas, deciden ir a pasar un fin de semana a una cabaña perdida en el bosque perteneciente al primo de uno de ellos. Sin embargo, ya desde el comienzo con un extraño prólogo el espectador se da cuenta de que no todo es lo que parece y que ésta no va a ser la típica película de terror.
 
 
¿¿¿Ehhhh??? ¿¿¿Otro remake de Posesión infernal??? ¡¡¡Nooooo!!! 
 
 
No puedo contar más sin estropear la gracia de la película que es el ir descubriendo, poco a poco, lo que realmente está pasando a la vez que  darnos cuenta de que todos esos tópicos aparentemente estúpidos y absurdos que enumerábamos al principio no sólo no lo son tanto sino que, encima, ¡tienen una explicación lógica y coherente!

Y además de ésa, la otra gracia de la película es el ir descubriendo la gran cantidad de guiños, referencias, homenajes o como quiera llamársele a multitud de películas de terror que han contribuido a afianzar todos esos tópicos de los que hablábamos al principio. Así, si bien el armazón argumental de gran parte de la película (o de una de sus mitades por así decir) ha sido saqueado directamente de Posesión infernal de Sam Raimi, por ahí están también, de forma fácilmente identificable, otras como Hellraiser, It, Cube, El resplandor, Aullidos, Viernes 13, la noche de las bestias y muchas otras que me dejo en el tintero para no aguaros la fiesta de irlas reconociendo, sin olvidar a ese desopilante homenaje al J-Horror con sus fantasmas de pelo largo y lacio tipo The ring o La maldición. Y, para acabar de enriquecer el potaje, coge y lo mezcla todo en la batidora con unas cuantas referencias lovecraftianas para nada traídas por los pelos. Ahí es nada, oiga.


¿Un cenobita? ¿Aquí? Pues sí
 

El resultado es una de las películas de terror más entretenidas y originales que he visto desde hace muuuucho tiempo. Todo lo cual no quiere decir que sea una película perfecta. El principal defecto quizás sea que, a pesar de ser una película del género de terror, mucho miedo no da (aunque sí algún susto que otro) tal vez debido al juego que la misma película propone.
 
El segundo defecto de la película es algo más personal y tiene que ver con una particular teoría mía respecto al género de terror: "las estrellas echan a perder el efecto terrorífico". Y me explico: el objetivo principal de una película de terror es (o debería ser) dar miedo. Y para dar miedo es necesario que se produzca una eventual suspensión de la incredulidad del espectador, esto es, que, por un momento se olvide de que está viendo una película y que "se meta" tan de lleno en la película que, hasta cierto punto, "se la crea". Ahora bien, en el momento en que ponemos como protagonista a una gran estrella de cine, en cuanto sale es imposible ver sólo al personaje y no ver a la estrella que lo interpreta. Dicho de otro modo: cuando en una peli de terror sale, por poner un ejemplo, Brad Pitt, a quien vemos no es a "Fulanito de tal", sino a Brad Pitt haciendo de "Fulanito de tal" y lo mismo podría decirse de otros como Harrison Ford, por ejemplo. Es por ello que, en mi caso, siempre he preferido que las películas de terror estén protagonizadas por actores desconocidos o, al menos, semidesconocidos.
 
Vale, vale, ya sé que me diréis que hay grandes películas de terror como El resplandor o Al final de la escalera, que dan mucho miedo y están protagonizadas por actores muy famosos y característicos como Jack Nicholson y George C. Scott pero no me diréis que, en el primero de los casos, no veis siempre  a Jack Nicholson haciendo de loco en vez de a Jack Torrance y que los momentos más terroríficos son, precisamente cuando él no está en pantalla.
 
Esto viene al caso porque uno de los protagonistas de la película es nada menos que el popular Chris Hemsworth, el Thor de Los vengadores, para entendernos, y es imposible ver la película y no esperar verlo sacar el martillo en cualquier momento y liarse a tortas con todo demonio que se le ponga por delante.
 
 
¡¡Mjolnir a mi!!
 
 
Y, encima, para más inri, en el final de la película sale otra famosa estrella femenina no acreditada muy, muy reconocible y que no revelo para no destripar otra de las sorpresas de la película (pese a que la voz del doblaje ya se encarga de ello antes de que aparezca en pantalla la estrella en cuestión.
 
Para terminar, el tercer y último defecto de la película es que, tratándose de una película que tiene, en cierta medida, un mucho que ver con los dioses primigenios del maestro de Providence, cuando finalmente éstos hacen acto de presencia, la misma no deja de resultar un poco anticlimática y poco vistosa. En lo que se refiere a entidades lovecraftianas vistas en pantalla me quedo con éstas:


 Vistas en La sombra prohibida y Hellboy respectivamente


En cualquier caso, se trata de defectillos que no deberían apartaros de la oportunidad de ver una de las películas de terror más originales de los últimos años.